martes, 19 de febrero de 2013

Consiguen generar la sensación del tacto con un implante cerebral


Las manos y piernas biónicas permiten a las personas amputadas correr, dar patadas, coger objetos, cocinar, conducir, etc. casi, como si fueran sus propias extremidades. Pero, por sofisticada que sea, todavía ninguna devuelve el tacto perdido. Ni la sensación de una caricia ni el placer de caminar por la arena. El reto planteado por un equipo de neurobiólogos de la Universidad de Duke (Estados Unidos) es devolver esa sensación, que las personas con miembros artificiales vuelvan a tocar y a sentir. De momento, lo han conseguido en ratas, con una estrategia que requiere un implante cerebral y señales infrarrojas.
En el experimento respondieron tanto al sentido de tacto simulado por los sensores de luz infrarroja como al tacto real al tocarles los bigotes. De alguna manera, las células del cerebro pueden procesar ambos tipos de información: la creada por la luz y la real.
Esta plasticidad del cerebro anima a pensar que se podría estimular una gama más amplia de células neuronales para que el cerebro se adapte a nuevas fuentes sensoriales .El grupo de investigadores lleva años trabajando en fórmulas que permitan a los tetrapléjicos controlar sus extremidades ya sean reales o virtuales con el control de la mente. Lo hacen integrando el cerebro humano con las máquinas. Entre otros avances, este equipo de científicos han conseguido que personas sin movilidad en brazos y manos pudieran mover sus prótesis solo con el pensamiento. O que monos, sin mover ninguna parte de su cuerpo, pudieran servirse de la actividad eléctrica del cerebro para mover unas manos virtuales, tocar objetos y reconocer sus texturas.
Su próximo objetivo es poner a punto un exoesqueleto de cuerpo entero que podría presentarse en la ceremonia inaugural de la Copa Mundial de Fútbol, en junio de 2014, en Brasil. Este exoesqueleto, en el que trabaja un equipo internacional de científicos, permitirá a personas inmovilizadas recuperar tanto las capacidades motoras como sensoriales