viernes, 23 de noviembre de 2012

La nariz cuando mientes te delata como a Pinocho

Al parecer, después de todo, el libro de Pinocho tenía algo de razón. Los investigadores de Psicología Experimental de la Universidad de Granada han descubierto que la nariz delata a las personas cuando mienten, que, aunque no crece sí que cambia de temperatura. Lo han llamado "efecto Pinocho". 

Cuando  una persona miente la temperatura de la nariz aumenta o disminuye, así como también varía su temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo. En el momento que realizamos un gran esfuerzo mental, la temperatura de la nariz desciende y cuando se sufre un ataque de ansiedad se produce un ascenso de temperatura facial generalizada. 


Concretamente, los científicos han señalado que cuando se miente sobre los sentimientos, se producen los cambios términos en la nariz, pero también se activa en el cerebro una estructura llamada «ínsula». Esa ínsula forma parte del sistema de recompensa cerebral cuando hay sentimiento reales, pero no se debería activar cuando no hay sentimientos verdaderos.
La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa.
Para determinar esto han utilizado la termografía, una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina. 
Los investigadores han demostrado también que, a nivel fisiológico, los hombres y mujeres experimentan la excitación sexual al mismo tiempo, ya que se produce un aumento de la temperatura local en la zona pectoral y en la zona genital, aunque las mujeres «subjetivamente indiquen no estarlo o estarlo menos».
La diferencia de temperatura o su asimetrías se relaciona también con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona. En este sentido, el termograma nos da un marcador somático de estados subjetivos o mentales, y nos permite ver lo que la persona siente o piensa.
La termografía también sirve para evaluar las emociones, ya que cada patrón térmico facial es diferente y con esto se determina lo que denominan «contagio emocional». Las personas con una empatía muy alta, si ven a alguien sufrir, mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagian y la temperatura de su antebrazo aumenta.

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